jueves, marzo 30, 2006

Barra libre en la Audiencia Nacional


Barra libre en la Audiencia Nacional

Ayer Arnaldo Otegi
compareció ante el juez Fernando Grande Marlaska acusado de inducir los atentados, disturbios y manifestaciones que se produjeron en Euskadi durante la huelga convocada para protestar por la muerte de dos presos de ETA (según las instituciones penitenciarias uno se suicidó y el otro murió de un ataque al corazón). Al final el juez le mandó a la cárcel de Soto del Real bajo una fianza de 250.000 euros.

La llegada de Otegi a la Audiencia Nacional fue algo
tensa. Un grupo de ultraderechistas (algunos periódicos hablan de medio centenar) le esperaba para gritarle todos los insultos que habían ensayado tantas veces al verlo en los telediarios. Otegi les respondió con una sonrisa y el brazo en alto (aunque el pie de foto de La Razón dice que saludaba a sus seguidores). Esto cabreó más a los ultras, que acabaron lanzando mecheros en cuanto el imputado pisó las escaleras de la Audiencia Nacional. Estaba previsto que se leyera el veredicto a las 21:45, así que hubo quien decidió acercarse a la Audiencia para "despedir" a Otegi. Entrelíneas acudió para ver cómo se producía esa salida.

La foto inicial

A las 22:30h, tres cuartos de hora después de la hora fijada, todavía no se sabía nada. En la entrada a la Audiencia Nacional por la calle Génova (a escasos 500 metros de la sede del PP) esperaban impacientes unas 30 personas, la mayoría reunidas en grupos de 4 a 6 personas. A primera vista, por la indumentaria de la gente y sus complementos, se podía distinguir un grupo de jóvenes por lo menos de derechas. Llevaban banderas con el águila imperial pegadas en las carpetas de la Universidad Pontificia de Comillas, alguna pegatina de
infonacional.com (plataforma de expresión de la ultraderecha española), banderas de España en algún casco de moto, etc... Y aunque en ese momento no lo supiera, pronto me daría cuenta de que todos los que estaban allí eran iguales. Había gente con traje y corbata que acababa de salir de trabajar, parejas de universitarios con sus jugadores de polo en el corazón, un pintor con el mono de trabajo y un puro, un hombre de unos cincuenta años con gafas y pinta de profesor de instituto y alguna mujer de la misma edad con el pelo mal teñido. Un par de jóvenes con barba de dos días y algún piercing por las orejas completaban la alineación inicial. Frente a la puerta de la Audiencia, y dentro de la zona restringida a los transeúntes, estaban situadas las cámaras, fotógrafos y focos de los 54 periodistas acreditados.

La gente formaba sus pequeñas tertulias. Uno de los temas principales era la poca gente que había ido a la cita. "Aquí tendría que haber 5.000 personas, pero claro, tenemos lo que nos merecemos", decía uno. "Si estuvieran aquí los de Gran Hermano, ya verías si se llenaba esto", se lamentaba otro. También se hablaba de los incidentes que se habían producido por la tarde y los enfrentamientos que habían tenido con algunos abertzales.

"¡Gabacha de mierda, vete a tu país!"

Algo antes de las 23:00h, cuando empezó a salir gente por la puerta principal de la Audiencia Nacional, comenzó a caldearse el ambiente... y las bocas de los asistentes: "¡Otegi: pon la cabeza en la acera, que te la reviento!", "¡esto es lo que nos trae la puta democracia!", "¡tu destino: una caja de pino!", "Goirizelaia lesbiana". Algunos hacían el saludo fascista al gritar. Pero no había salido nadie "conocido". De repente una joven francesa, que iba con una amiga calle abajo, les dijo que eran unos intolerantes. El más enérgico de los ultras, con patillas de hacha y pelo engominado, se giró y, casi balbuceando, le dijo: "¿tú qué dices, zorra de mierda?", el resto de sus amigos se acercaron para increparla: "¡gabacha de mierda, vete a tu país!", "¡vete a tu casa, puta!", "¡ahora los gabachos nos van a traer la masonería en el siglo XXI, no me jodas!". Uno de los agentes antidisturbio de los que vigilaban el cordón policial se acercó y, en lugar de pedir explicaciones a los ultras por sus insultos, por su violencia, le dijo a la chica que cruzara la calle y se marchara. Cosa que hizo mientras el hombre con pinta de profesor le gritaba: "¡Más leer historia y menos pistolas!" (¿?). El policía no dijo nada a los que estaban allí. Tampoco lo hizo más tarde, cuando los mismos jóvenes buscaron pelea preguntando que si se reía de algo a un hombre de unos 50 años que pasaba por allí con su mujer.

La prensa

Unos minutos antes, el periodista de la Cadena Ser enviado a la Audiencia, Javier Álvarez, había contado en su crónica que por la tarde, a la entrada de Otegi, los agentes estuvieron especialmente "blandos" con los ultras y "muy duros" con los periodistas. Contaba que un policía le había tirado una valla a la cabeza a un cámara de Televisión Española. Y que por este hecho los periodistas habían firmado una carta para pedir explicaciones al presidente de la Audiencia Nacional y al Director General de la Policía. Algo ha publicado ABC sobre estos incidentes.

Los técnicos de televisión y los redactores se ponían a trabajar ante la llegada de información desde dentro de la Audiencia. La redactora de la ETB, la televisión autonómica de Euskadi, se dispuso a grabar dos crónicas: una en castellano y otra en euskera. Durante los 5 minutos que tardó en grabarlas, no cesaron en ningún momento los gritos de los fascistas, que estaban a apenas tres metros de la periodista, al otro lado de la valla. El primer grito lo dio un hombre trajeado: "¡ETB cómplices!". A partir de ahí: "¡deja de hablar cacatúa!", "¡gora España!", "¡vascos, cobardes: rebelaos", "¡Vascongadas son España!", "¡tu abuelo era carlista y luchó por la unidad de España!", "¡vivan los tercios de Montejurra!", "¡aprende historia, que te han comido el coco en la ikastola!", "¡en el 36 tu abuelo estaba matando rojos!"...

La periodista pasó el mal trago sin poder evitar mirar de reojo un par de veces a los que le gritaban. Nadie, ninguno de los 10 policías que habría en aquella parte de la valla, intentó impedir que increparan a la redactora y que pudiera hacer su trabajo en condiciones. Probablemente los gritos se escucharon en Euskadi. En la crónica, quiero decir.

Uno de ellos empezó a gritar a los periodistas y técnicos: "¡manipuladores!", "¡los de Prisa: vuestro puto presidente es el verdugo!"...

La salida

Algo antes de las 0:00h salió la abogada de Otegi, ya insultada en este texto, Jone Goirizelaia. La gente se agolpó en la valla. Ahora no gritaban sólo los 15 jóvenes de antes. Ahora eran casi todos los presentes, que les habían reído las gracias y los gritos, los que se empleaban a fondo en el insulto. Desde "asesina" a "lesbiana", pasando por "a la cámara de gas". Los más atléticos corrieron calle abajo para buscar la salida del coche de la abogada. Desde el punto más cercano que encontraron, comenzaron a gritarle. Enseguida corrieron a otro acceso que había para buscar el furgón de la Guardia Civil en el que, al parecer, iba a salir Otegi en dirección a la cárcel. Uno de los 6 o 7 los que quedaban esperando estaba lleno de impotencia: "joder, qué ganas tengo de darles de hostias. Si lo tuviera delante...". Al poco rato, salieron dos furgonetas, una de ellas con Otegi dentro. Unos cuantos insultos más y todos se fueron a casa.

De camino a la mía me preguntaba qué pensará esa gente cuando entra en el metro, cuando pasea por la calle, cuando entra en un bar. Pensaba que estarían odiando desde que se levantan hasta que se acuestan. Y reflexionaba sobre mis actitudes ante la política, ante las cosas del mundo que me molestan. Y llegué a una conclusión por pulir: cuando ellos sienten odio, yo siento pena.
. . .
¿Cuál es el sujeto de la oración?

Tres jóvenes de Nuevas Generaciones del Partido Popular asisten a una conferencia de José María Aznar. En el vestíbulo del hotel, un reportero del programa de Telecinco Caiga Quien Caiga les propone un juego: adivinar el sujeto de un titular del ABC. Y aceptan jugar...

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