El pollo del convento
El pollo del convento
¡Vaya pollo se ha montado en el convento de clausura de Las Salesas, a las afueras de Palma de Mallorca! Según cuenta El País en su edición de hoy "Once monjas de clausura comieron pollo contaminado una semana después de la alerta" (Manu Menéndez, página 31). Claro, como viven en un convento de clausura, no se habían enterado de que hay más de 2.500 personas repartidas por España a las que, como mínimo, les ha dado una gastroenteritis por comer pollo de la marca de confianza de este convento.
Y digo yo que ya que son monjas y no salen del convento podrían asar ellas mismas el pollo. Que no tienen ese ritmo de vida de "salgo de casa a las 7h, llego a las 22h y no tengo tiempo para nada". Por lo visto compraron los siete pollos precocinados para celebrar que dos hermanas volvían a Ruanda tras una estancia de un mes en Mallorca. Y vuelvo a decir yo que podrían celebrar la llegada y no la marcha. ¿Caerían mal esas dos monjas entre el resto de la congregación? La indigestión fue un castigo de Dios, seguro.
¿Y el repartidor qué? Porque las monjas no sabían nada, pero el tío que les llevó el pollo al convento ya les podía haber avisado. "Yo le doy el pollo, madre, por mí no hay problema. Pero que ya le digo yo que hay un revuelo montado porque la gente se está poniendo mala al comerlo". Pero no, él no dijo nada. Me habría gustado escuchar las carcajadas en el bar con sus colegas. "¡Ya verás cuando se vayan por la pata pa'bajo las monjitas! ¡Ja, ja, ja!".
Pero la realidad exculpa al repartidor. Al parecer las monjas compraron el pollo y lo congelaron mientras media España estaba en alerta y más de dos mil personas pendientes de indemnizaciones. A las 24 horas de comerlo, comenzaron los síntomas. A dos hermanas las ingresaron por salmonelosis y a las otras nueve por gastroenteritis aguda. Tuvo que ser el médico de urgencias, que acudió al convento, el que les informó por primera vez de lo que estaba pasando. "¡Virgen santa!", debieron contestar al médico. Imaginad la cara del médico al tener que desplazarse hasta el convento y encontrarse nueve monjas en la cama con dolores de barriga porque no se les ha ocurrido leer un periódico o ver la tele en los últimos 7 días.
La información concluye: "'Habíamos comprado pollos preparados ya en tres o cuatro ocasiones, y nunca tuvimos ningún problema', explicó ayer la superiora. 'En el convento no se sigue la actualidad informativa, ya que no coincide con nuestro ritmo de vida interno', reconoció al lamentar: 'Cuando nos enteramos ya era demasiado tarde'. Hace años les regalaron un televisor, pero dicen que rara vez lo encienden". A ver si cambian el "ritmo de vida interno" y se informan un poco más, que cualquier día se enteran de que Aznar ya no es Presidente del Gobierno. Y no habrá que atenderlas de gastroenteritis sino de paro cardíaco. La próxima vez, Telepizza.
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Hace unos días hablábamos aquí del asesinato de un electricista brasileño en el metro de Londres por parte de la policía. Hoy se ha sabido que mintieron y que inventaron excusas para justificar los 5 disparos que le metieron en la cabeza. Ha sido la cadena de televisión ITV la que ha desvelado, a través de las cámaras de seguridad y de los testimonios de policías y testigos, que la víctima no llevaba abrigo, sino cazadora vaquera, y que no entró en el metro corriendo sino andando (hasta le dio tiempo a coger un periódico gratuito).
Además, al parecer, la policía disparó cuando el brasileño estaba sentado: "Un vigilante citado por el informe que recoge la cadena de televisión aseguró que escuchó gritos que incluían la palabra 'policía' y que entonces vio al joven con la cazadora vaquera. 'Inmediatamente se levantó (del asiento) y avanzó hacia mí y hacia los oficiales. Yo agarré al hombre de la cazadora vaquera sujetándolo con mis dos brazos por su torso, sujetando sus brazos en la espalda', declaró el testigo. 'Entonces lo empujé de nuevo en el asiento donde había estado sentado previamente. Entonces escuché un disparo muy cerca de mi oído izquierdo y fui empujado hacia el suelo', agregó".
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"La vuelta de Vicente fue la mejor noticia ofrecida por España ante una destartalada selección uruguaya. (...) Tras una temporada en la enfermería, el regreso del valencianista supone una bocanada de aire fresco para una selección que hace tiempo que no encuentra la tecla adecuada. Con Vicente de nuevo en plenitud, como demostró anoche, al tibio equipo de Luis Aragonés se le abre una vía luminosa. El extremo del Valencia permite a España explotar con enormes perspectivas la veta de la banda izquierda. (...) Tras una pared perfecta con Raúl, Vicente arrancó desde el perfil izquierdo dejando escombros uruguayos a su paso. Con un carrusel de rivales convertidos en marionetas, el madridista Pablo García acudió al rescate de sus compañeros y embocó en dirección contraria el pase de Vicente".
[José Sámano, El País, 18/08/2005]